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Modo blanco para
mejor apreciación.

Eijiro Kirishima es el tipo de padre que. . .

-Jamás le dañaría el sueño o imaginación a ninguno de sus hijos, o a cualquier niño en general.

Escenario; fluff!

Tú y Eijiro se encontraban en su habitación matrimonial, cada uno en su lado haciendo actividades diferentes.

Eijiro conversando con vuestra hija y tú recostada, descansando.

Él se hallaba recostado de lado mientras que la menor de igual manera le imitaba, consiguiendose ver frente a frente padre e hija.

—¡Papi! aye vimos a la maestra besando a un profesor. —Risueña ríe la pequeña de hebras negras recordando la escena, tapándose la boca por inercia a su falta de dientes que le apenan un poquito mostrar.—

—¿De verdad? ¿le dijiste algo? —Eijiro resollaba divertido, siguiendole la corriente e ignorando el hecho de que no dijo bien una palabra. Estaba cansado, pero no podía dejarla así nomás, la pequeña parecía disfrutar de la
conversación y el también la verdad, además, estaba bueno el chisme de la maestra. La pequeña siempre hablaba de que se la encontraban; ella y sus amigos, a la licenciada, dándole besos a un maestros que también trabajaba en la institución educativa.

—Sipi. —Respondió. —Yo y mis amigas le preguntamos que po qué besaba a el maestlo de educación física y ella nos dijo que era porque cada beso significe...significa...ba. —Ríe frustrada ante no poder pronunciar bien la palabra. — Sig..nifi..¡caba!...un beso del verdadero amo y que eso les permitía no conveltirse en ogos.. ¿eso es veldad papi? —Pregunta la inocente menor, mirando a expensas a su padre.

Pero todo lo contrario a recibir una respuesta, el pelirrojo estaba demasiado enternecido en ese momento. Le parecía tan lindo ver como su pequeña le relataba una historia moviendo sus manitas, deditos y haciendo diferentes expresiones. No se aguantaba las ganas de apapacharla otras mil veces más de las que ya había hecho.

—Cariño eso es... —Pensó un poco antes de soltar lo que iba a decir. Si le decía que eso era verdad, quizas su pequeña enpiece a besar a sus compañeros pensando que les hará bien porque así podría prevenir que ellos se conviertan en ogros y pues...

Definitivamente no quería eso.

—¡PAPÁ! ¡Mira! —Alzó la voz la menor, señalando la foto que estaba en la mesita de noche por el lado donde dormías. — ¿Esa es mami? ella es... ¿¡ella es una princesa!? —Preguntaba sorprendida, mirando aquel retrato.

Debería seguir con el tema anterior, pero es igual de despistado que la menor.

Te volteas a ver a tu hija. Aquel grito de emoción te levantó, así que observaste si todo estaba en calma.

—¡Mami! ¿esa eres tú? —Vuelve a preguntar, señalando el retrato de ti vestida de blanco.

—Sí, cariño, esa soy yo ¿qué pasa con eso? —Preguntas, rascando tus ojos al recién despertarte, más a continuación sentarte en la cama, siendo observada atentamente por cierto pelirrojo.

—Mami, ¿tú eres una princesa? —Pregunta con brillitos en sus ojos color rojo, tal y como el padre.

—Pues ese vestido yo-

—¡Sí! lo es cielo. — Interrumpió el pelirrojo, prediciendo lo que ibas a decir.

—¡Aaayy! ¿En serio? ¿en serio mami? —Vuelve a mirar hacia ti, feliz.

—Aaah...digamos que...sí —Sonríe y asientes. No sabías bien lo que pasaba, pero veías a la pequeña tan feliz por aquella respuesta que no dijiste nada más.

—¡Oh, oh, oh! ¿entonces yo también soy una princesa? ¡que emoción ma! ¡no sabía que eras una princesa!

Ríe, tan feliz, con sus mejillas rosas.

—Sí cariño, tú y tu mamá son dos lindas princesas... —Volvió a hablar el pelirrojo, mirando a la menor con una sonrisa y un semblante tranquilo.

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—¡Se lo voy a decir a mis hermanos! —Finalizó la pequeña, bajando de la cama con cuidado y yendose a contar lo recién enterado.

Al haber abandonado la habitación la pequeña niña, el teñido se acerca a ti y te abraza, siguiendo estando de costado, te da besos en el brazo y te mira con ternura, apollando su quijada en tu brazo.

—¿Qué te pasa? —Preguntaste, manteniendo una sonrisa en tu rostro por el afecto recibido.

Qué gusto. Qué gusto levantarte de la siesta, ver a tu hija tan feliz y ser resivida con tanto cariño.

—No, solo que...en verdad que son unas princesas las dos. Mis princesas.

Expresa con cariño, un rubor en sus mejillas y mirandote como si fueras lo más bonito del mundo para él.

bye !

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